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Arte y Religión

Actualizado: 15 jul 2020

A lo largo de la historia artística y filosófica la religión siempre ha sido una de las materias a atender y representar, ya sea por su papel en la resolución de la necesidad metafísica o por el bagaje artístico que está claramente presente en la historia de las religiones.

Los artificios de la religión hacen uso de tipologías discursivas como el mito para expresar su verdad mediante símiles y el arte ha servido como medio para contribuir a esta tarea: el artista es el encargado de emplear las alegorías religiosas como inspiración y aliciente para representar de forma libre su propia obra. Así lo afirmaba el compositor Richard Wagner:

“La religión sobrevive sólo como artificio cuando se encuentra en la necesidad de desarrollar cada vez más sus símbolos dogmáticos, protegiendo con esto la

Unidad, la Verdad y la Divinidad que vive en ella con un cúmulo siempre creciente de elementos en sí increíbles que se encomiendan sólo a la Fe. Advirtiendo esto la religión ha pedido siempre el auxilio del arte, que a su vez fue incapaz de su más alto desarrollo en tanto que se limitó a proponer a la devoción de los sentidos aquellas pretendidas verdades reales de los símbolos, produciendo solamente imágenes idólatras de fetiches, mientras que cumplió su verdadero cometido cuando, mediante la representación ideal de la imagen simbólica, contribuyó a la comprensión de su íntima sustancia, es decir, de la verdad divina inexpresable.”


En el ámbito literario, Dante Alighieri empleó estos preceptos en su obra “La divina comedia” a comienzos del siglo XI, en pleno auge de la época medieval. Este poema presentaba una estructura dividida en tres partes relacionada entre sí: el Paraíso, el Purgatorio y el Infierno.


El paraíso es el escalón libre de todo pecado, está compuesto por nueve círculos concéntricos en cuyo centro se encuentra la tierra. Cada círculo se corresponde con un cielo y sus planetas, pertenecer o no a cada uno de estos cielos dependerá de la cercanía a Dios y su grado de beatitud.

En otro escalón se encontraba el purgatorio, esta era la parte encargada de redimir los pecados (“siete raíces del pecado”) basados en motivos, se mostraba como el lugar donde las almas debían enfrentarse a sus vicios morales, sus pasiones más oscuras y sus remordimientos a través de siete escalones a superar.

El Infierno, por último, se encontraba clasificado en nueve círculos, cada uno de ellos hacia referencia a distintos pecados basados en acciones.

En el ámbito pictórico Jheronimus Bosch, más conocido como El Bosco, presentó La Mesa de los Pecados Capitales (hacia 1505-1510) y es una de las obras magistrales del autor.


Esta obra toma el pecado como tema central y representa los siete pecados capitales con originalidad y un realismo impecable, una presentación completamente innovadora en comparación con lo que se había visto en el mundo medieval al respecto.

La primera filacteria, escrita en latín en la parte superior de la obra, tiene la siguiente traducción: Porque son un pueblo que no tiene ninguna comprensión ni visión, si fueran inteligentes entenderían esto y se prepararían para su fin. Su continuación, ubicada en la parte inferior de la obra, sentencia: Apartaré de ellos mi rostro y observaré su fin.


En el centro de la mesa se encuentra el ​ojo de Dios, ​en cuya pupila se encuentra Cristo como representación de la ​figura que debe morir para salvar la humanidad y limpiar los pecados​​. Su inscripción significa: Cuidado, cuidado, el Señor está mirando.

La representación de los pecados capitales en la obra:

1. La​ avaricia​​ es representada con la imagen del juicio y el soborno. 2. La ​gula se representa bajo la imagen de un banquete y el ansia que se refleja en sus comensales. 3. La​ ira s​​e representa con una situación de pelea, en la que hay presencia de armas y forcejeos. 4. La s​oberbia o vanidad está representada por el reflejo de una mujer en un espejo sostenido por un demonio. 5. La lujuria es representada con el color rojo, aparece una tienda que ampara a una pareja, puede ser interpretada como el lecho de la pareja. El resto de personajes, juglares y bufones, se pueden tomar como una metáfora del cortejo entre la pareja. 6. La ​envidia s​​ e muestra a través de una imagen donde se deja ver una escena de celos. 7. La pereza o acidia ​​es representada con la figura del hombre que duerme y la mujer que intenta despertarlo de su aletargo como una personificación de la Fe.


También en el ámbito de la pintura quería destacar esta obra de Salvador Dalí, Corpus Hypercubus (Cristo Hipercúbico), del año 1954.

Se trata de un óleo sobre lienzo en el que se muestra la crucificción, otro de los nombres por los que se conoce al cuadro, en él aparece el cuerpo de Cristo sin estigmas, ni heridas, ni sangre, es el cuerpo glorificado en suspensión, a sus pies contemplándolo aparece la representación de Gala, la mujer de Dalí.

La figura del hipercubo o teseracto en el cuadro es la representación matemática de la cuarta dimensión: un cubo dentro de otro cubo, los vértices y aristas de ambos cubos están unidos entre sí. Por este motivo, la figura tiene varios movimientos y posiciones y, en sus muchas variaciones y despliegues, una de las formas que nos daría sería la de la cruz.

En el estilo de la obra predomina el claroscuro barroco, se ven fuertes contrastes entre los volúmenes y su iluminación ya que algunos permanecen brillante y otros ensombrecidos. Realza los relieve de las figuras para destacar más algunos elementos como el del cuerpo de Cristo al unirse a la figura formando así el noveno cubo. Y para los más contemporáneos, aquí va una selección donde podemos ver el vínculo de arte y religión en el ámbito musical y audiovisual. En la gran y pequeña pantalla:

Además, en la serie Perdidos (LOST) encontramos una escena donde se cita un salmo bíblico. Puedes acceder al vídeo pinchando aqui.

En el mundo de la música:


Leonard Cohen en su composición You want it darker, hace varias referencias a la religión judía:

Hinéni, hinéni, estoy listo mi Señor, palabras hebreas pronunciadas por Abraham a Dios en Vayera.

Magnificada, santificada, sé tu nombre sagrado. Denigrado, crucificado, en el armazón humano. Un millón de velas encendidas por la ayuda que nunca vino, una traducción palabra por palabra del Kadish, el cántico de alabanza a Dios que aparece en toda la liturgia judía.


La legendaria canción de Queen, Bohemian Rhapsody, presentada como un viaje o catarsis del protagonista de la canción, haciendo referencias a Bismillah y Belcebú. Puedes acceder a la letra de la canción pinchando aquí.








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