En el año 1979 tuvo lugar la Revolución Islámica, liderada por el ayatolá Jomeini, un acontecimiento histórico que tenía como objetivo establecer la doctrina religiosa islámica chií como forma de organización estatal.
Esta doctrina defiende el poder direccionado por la religión y la política además de una concepción religiosa en la que se hace una lectura del Corán de una forma más elaborada que en otras doctrinas, rozando el misticismo pero sin perder el estigma religioso tradicional basado en creencias y rituales.
La Revolución trajo consigo un cambio trascendental en el panorama social y político iraní con la imposición del uso político del Islam, el estigma religioso iraní posrevolucionario había limitado a la mujer más allá del ámbito político trasladando la opresión hasta el marco artístico y limitando el trabajo de numerosos artistas. Esto supuso una alteración sustancial en la vida de muchas artistas que se vieron obligadas a cambiar el rumbo de sus vidas y eligieron el arte como vía de liberación y método de manifestación.
Samira Eskandarfar (Teherán, 1980), artista iraní, ha sido seleccionada debido a la proximidad de su nacimiento con el suceso de la Revolución Islámica de 1979, a raíz de ella veremos cómo determinados motivos artísticos se cargan políticamente y cómo el arte se convierte en una vía de expresión, haciendo del arte su voz y campo de batalla. Samira se sirve del arte para plasmar la situación de Irán después de la Revolución a través de una denuncia social, política y feminista por los derechos y libertades humanas, criticando las imposiciones de un país con el que no se reconoce.
El trabajo artístico de Samira es su método de visibilización en un país corrompido por la censura y cargado de un bagaje cultural que afecta a las mujeres desde su niñez.
Samira nació en Teherán en el año 1980 y actualmente realiza su producción artística desde Irán. La fecha de su nacimiento es un dato significativo para comprender su producción artística debido a su proximidad con la Revolución Islámica que tuvo lugar el año anterior, en 1979. Esta sucesión de acontecimientos la hicieron pionera en las afecciones que tuvo que sufrir la mujer iraní, teniendo esto un gran impacto en su producción artística y convirtiéndola en una artista de la Revolución con el objetivo de cambiar y denunciar la situación desde dentro a través de sus trabajos.
A consecuencia de las imposiciones políticas y la censura, trabajos como la actividad artística de Samira, caracterizada por ser abierta, progresista y feminista, chocan con las imposiciones políticas, sociales y culturales del país y condenan sus obras a estar expuestas a un gran riesgo si se mostrasen en el actual Irán conservador posrevolucionario, esto supuso una alteración sustancial tanto en la educación como en el desarrollo de la vida de Samira Eskandarfar como mujer y como iraní, eligiendo el arte a modo de vía de liberación y método de manifestación
La producción audiovisual de la artista gira en torno a representaciones de lo íntimo como el hogar, el espacio de trabajo, los rostros familiares y los seres queridos. Se basa en sus valores personales y en la ambigüedad del concepto de identidad, tratando temas sobre la feminidad, la maternidad y el crecimiento. Su experiencia personal se transforma en una construcción cultural común que va desde la interpretación personal de la vida de la autora hasta aquellas personas que puedan sentirse identificados con ella. Así, se traslada desde su particularidad a la universalidad que transmite su denuncia, un giro de la concepción étnica, política y de género.
El cortometraje The Olive, presentado en el año 2009, ha sido seleccionado por ser una de las obras videográficas más impactantes de la artista. En este trabajo, tanto la narración como la propia obra giran en torno al cuestionamiento de la feminidad, la maternidad y la educación que se inculca a las mujeres durante su crecimiento y desarrollo en la cultura iraní. La artista nos muestra tres escenarios diferenciados cuyo hilo conductor se encuentra en el recurso de las olivas o aceitunas como metáfora de la fertilidad y la feminidad, de ahí que en el fondo del plano principal del vídeo aparezca un cuadro cuyas protagonistas son las olivas.
El cortometraje está representado únicamente por mujeres de diferentes edades que aparecen comiendo olivas, una manifestación de la educación tradicional iraní sobre la maternidad en las mujeres que se ve reflejada en los personajes que aparecen a lo largo del visionado de la obra.
Escenario 1:
Escenario 2:
Escenario 3:
Otro de los detalles y elementos más importante presente desde el comienzo de la obra se encuentra en la narración, todo el corto está narrado por una voz masculina que pretende ser, a mí parecer, una representación de las imposiciones con respecto a la educación que se inculca a las mujeres desde su niñez hasta que son adultas en la cultura iraní.
En el primer escenario encontramos dos mujeres sentadas a la mesa frente a frente, cada una de ellas aparece comiendo de un plato de olivas y la voz en off masculina hace su primera aparición para narrar y acompañar las distintas secuencias durante todo el cortometraje:
My grandma gave birth to ten, my grandma gave birth to five from ten only died too early, from five only one died too late.
My grandma breast-fed her children for twenty years.
Women lose as much calcium during their pregnancies as if they have lost seven teeth of theirs.
My grandma lost seventy of her teeth.
Your grandma was born too early.
Shall we eat more olives?
Las mujeres que aparecen en escena, mirándose la una a la otra de manera desafiante, nos dejan una variedad de posibles interpretaciones de acuerdo a la narrativa de la obra:
Una de las posibilidades sería interpretar a las integrantes del vídeo como madre e hija o como abuela y nieta, enfrentadas, como un choque generacional con respecto a la disconformidad de las imposiciones sociales, culturales, políticas y religiosas de la más joven con la más adulta. Se comienza a esbozar la idea de que las mujeres deben tener una gran cantidad de hijos a pesar de las secuelas o renuncias que esto les puede conllevar, tratándolo como un hecho normalizado que las mujeres deben cumplir y hacer frente.
Otra de las posibilidades a tratar sería que la artista nos estuviese mostrando dos caras de la misma mujer, enfrentando los miedos y pensamientos de su niñez, en relación a estas mismas imposiciones, con su yo como mujer adulta que quiere romper con la existencia programada e impuesta para ella. En ambos casos se trabaja con un juego que gira alrededor del concepto de identidad.
En el segundo escenario aparece una mujer anciana sentada en un sillón que atestigua “It’s just that two children is not enought, I gave birth to ten” mientras come una lata de olivas, lo que se interpreta como una referencia a la maternidad y al papel que la cultura ha atribuido a la mujer a este respecto. Esto queda representado con un detalle ya mencionado que es muy importante: la narración de la obra sea realizada por una voz masculina. Tanto la anciana como la voz masculina se pueden interpretar como una representación de la tradición, lo clásico, la normatividad anterior con la que quiere romper la artista, romper con esa imposición que defiende que dos hijos no son suficientes y que se deben tener más.
Durante todo este escenario esta presente el sonido de una carcajada constante que resulta perturbadora y tinta la escena de satírica o irónica.
Finalmente, el último escenario presenta una mujer que come olivas en soledad mientras la voz en off nos explica que cuando ella era pequeña pensaba que Dios colocaba semillas de oliva en el estómago de las mujeres para dar a luz a sus hijos y se pregunta qué diferencia existe entre su abuela (anciana que aparece en el segundo escenario), que tuvo diez hijos, y su madre (mujer adulta de la primera posibilidad de interpretación del primer escenario) que sólo tuvo dos (quizás la niña que aparece en el primer escenario y el hombre que narra el corto sean sus dos hijos). En esta comparativa vuelve a estar presente el choque generacional que se mencionaba anteriormente con respecto a las figuras de la mujer adulta y la anciana.
This is an olive, when I was a child I used to think that for every woman that was born God decides how many children to have then he plants the children in the woman's stomach as if they are olives seeds.
As the woman groes up, each of those seeds grow up as well till they finally are ready to come out.
This is an olive.
Sometimes I wondered why God has put of them inside my grandma's stomach and only two in my mom's
First I heard voices.
I was already grown up.
Now I keep thinking about the olive seeds inside my own stomach.
Sometimes my stomach hurts.
What if they are to be thousands?
En esta escena se puede observar claramente esta materialización de los miedos de la niñez de la artista y la fuerte carga de la imposición religiosa en las mujeres de la cultura iraní y cómo crea en la narración una metáfora del sufrimiento de la mujer durante el parto hasta que las semillas crecen y están listas para salir siguiendo con la metáfora de las olivas y la maternidad.
La escena y el corto finalizan mientras la protagonista del último escenario se siente aterrada al pensar que Dios tenga preparadas para ella miles de semillas que introducir en su estómago.
La artista trata cuestiones de nacimiento, cultura, feminidad, religión y creación que son enfrentadas durante toda la obra. Se plantea preguntas sobre la existencia programada e impuesta para la mujer, sus reglas establecidas y sus exigencias para contraponerlas con su experiencia personal que no coincide con lo construid, enfrentando lo que otros quieren para la mujer con lo que ellas quieran para sí mismas. Para representar este contexto la artista ha empleado una paleta de colores presente durante toda la obra que destaca por sus tonos oscuros y fríos, dando una sensación de intimidad e incluso miedo, a esto se suma una melodía establecida como banda sonora del cortometraje que parece ser una tétrica canción de cuna que evoca a los sueño y miedos de la niñez de la artista mencionados anteriormente. Se ha recurrido a una sucesión de primeros planos estáticos jugando con el zoom en los rostros, situados en diferentes espacios o habitaciones cerradas como metáfora de la esfera política y cultural de la que quiere escapar la artista.
A través de su trabajo videográfico Eskandarfar busca la conexión con el público y con esta obra retrata un viaje personal que muestra la rotura con la niñez en el paso de la edad adulta de una mujer que se encuentra en la obligación de cumplir con ciertos cánones y estereotipos contra los que está intentando luchar:
"Mi trabajo artístico se basa en mí misma, en el viaje personal y en la sociedad en la que estoy viviendo. Hay muchas cosas que influyen en el camino de un artista, pero luego está la cuestión de la elección. Aparté la vida no-doméstica de mi vida. No me malinterpreten, tengo mi vida social, estoy saliendo con mis amigos, pero como una mujer no me siento segura saliendo de casa yo sola. Consecuentemente, puedes ver que la mayoría de la mis obras se sitúan en el espacio doméstico."
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